USO DE LOS ACEITES EN COSMÉTICA por la Doctora Mª José Martínez

En general, podemos integrar el uso de aceites para el rostro en nuestra rutina de belleza de diferentes formas y yo diría que casi todos los tipos de piel se van a beneficiar de su uso, teniendo en cuenta las necesidades de cada cutis.

Los aceites no solo impiden la pérdida transepidérmica de agua, sino que aportan nutrientes, antioxidantes y ácidos grasos omega 3,6 y 9.  

Con frecuencia los aceites, si tienen una buena formulación, son todo puro activo desde los ácidos grasos de los aceites y sus carotenos, polifenoles… hasta los componentes específicos que se añaden en menor proporción con actividades concretas sobre la piel. O los aceites esenciales que pueden vehiculizarse a través de ellos.

Cuando hablo de aceites, me estoy refiriendo a aceites vegetales y dentro de estos hay que elegir las fórmulas con ingredientes de calidad. Hay muchas diferencias de pureza y precio, y eso repercute en su composición y acción sobre la piel. Se debe preferir, siempre que sea posible, aceites de primera presión en frío y, si son de cultivo ecológico o silvestres, mejor. Sobre ello, tienen añadidos activos liposolubes y aceites esenciales, dependiendo de la fórmula, tanto en grado de pureza como complejidad o sofisticación.
Los aceites minerales, como las siliconas y sus derivados, tienen una textura muy práctica para formular y su uso es sencillo y económico, pero sus resultados en la epidermis son muy diferentes y, en pieles mixtas o acneicas, pueden ser comedogénicos, obstruir los poros y favorecer la presencia de puntos negros y falta de respiración de la piel.

El Aceite de Belleza de la Reina es un elixir para el cutis.

Vayamos ya a sus propiedades y utilización:

Si contamos con una piel seca y falta de hidratación, será recomendable su uso diario a modo de tratamiento.

En piel madura que ya va aquejando disminución del espesor de la dermis, sequedad, flacidez, pérdida de volumen, aparición de líneas más profundas e incluso presentar tendencia seborreica… los aceites con buenas fórmulas incrementan la función barrera, la nutrición, y la luz y llegan a las capas más profundas de la piel.

En una piel joven normal también hay momentos para usar un aceite, siempre que se elija la fórmula adecuada. La noche es quizás la hora mejor para una absorción durante el sueño, tras la limpieza de la piel. Unas pocas gotas son suficientes.
De no ser necesario a diario, se puede utilizar como una cura en algunas estaciones como el invierno o uno o dos meses de la primavera o bien, un día a la semana post peeling o mascarilla. Así, reforzaremos la acción del tratamiento y ganaremos luminosidad.

En caso de que tengamos una piel con tendencia grasa, para los más jóvenes, lo aconsejable es un aceite específico para aprovechar sus propiedades seborreguladoras. Y si tenemos una piel normal, podemos utilizarlo en momentos puntuales del año, cuando las necesidades de hidratación son mayores, o a diario para obtener un cutis luminoso.
Algunos aceites adecuados para este tipo de piel son el de papaya, cáñamo, dátil del desierto, nigelia, pongamia y otros más, con propiedades antisépticas y equilibrantes de la producción de grasa por la piel.
He de señalar que el aceite de coco, muy de moda en este momento y con usos interesantes por su bajo coste, puede ser comedogénico. Por ello, yo lo evitaría en piel acneica o mixta.

En cualquier caso, vamos a enumerar unas cuantas formas de uso.

–    La aplicación de más rendimiento es tras la limpieza diaria con los poros limpios y preparados para recibir y absorber todo su potencial. Como un sérum.
–    Si solo necesitas una vez al día, la noche es un muy buen momento para favorecer la absorción durante el sueño y amanecer radiante.
–    En pieles secas o muy necesitadas, se puede utilizar mañana y noche como primer producto en el rostro limpio.
–    Si no lo necesitas de forma tan intensa, puedes añadir unas gotitas a tu crema hidratante o a tu mascarilla cuando la apliques. Esto la va a enriquecer notablemente sin cambiar apenas su textura. Buen momento invierno o si haces deportes al aire libre o si tu piel está fatigada o apagada.
–    Si se aplica directamente, es un buen gesto calentarlo previamente en las manos antes de extender en el rostro y con ese calor se favorece la absorción y rendimiento de sus activos.
–    Hay que comenzar en el cuello y escote con movimientos ascendentes hasta terminar en la frente.
–    Si tienes la piel con tendencia grasa o no te gustan tanto las texturas oleosas, lo puedes mezclar en el hueco de tu mano con tu tónico o agua termal y aplicar a continuación.
–    Una versión más práctica de lo anterior es aplicarlo sobre tu rostro humedecido con el agua o tónico. Se emulsiona al instante y queda de una textura intermedia, muy rica y ligera.
–    Los aceites ligeros son perfectos como limpiadores. Por su afinidad con la piel y con las propias partículas de suciedad, la arrastran con eficacia, sin irritar y mantienen la función barrera de la piel.
–    Esta función limpiadora que puede hasta con las partículas más resistentes, se puede lograr también mezclándolos con un poco de agua en un algodoncito o bien sobre la piel humedecida previamente. Para los que prefieran una terminación más ligera, esta es una opción mejor o incluso la de terminar con aclarado con agua.
–    Algunos usuarios de piel muy seca pueden utilizarlo de prebase antes del maquillaje porque facilita su aplicación y da un halo de luminosidad. Para ello, recomiendo aceites de textura ligera.